23 de enero de 2009

Tenerife 2008. Día 1: Ida

En 2008 hizo 10 años que Mons y yo nos casamos. Hacía tiempo que habíamos decidido que repetiríamos el destino de la luna de miel cuando celebráramos dicho aniversario. Coincide además que la mujer de mi hermano es de las islas y ellos van cada año por Navidad a ver a la familia. Así pues, contratamos los vuelos para las mismas fechas y viajamos juntos para allí. Llegamos al aeropuerto con la suficiente antelación y aprovechamos para desayunar y aprovisionarnos para el viaje. En los paneles todo estaba correcto, el embarque a la hora que nos habían anunciado en la facturación. La hora del embarque pasó. Y pasó. Cuando llegó la hora de despegar y con la novedad que el vuelo ya no aparecía en los monitores, nos dirigimos al mostrador de Spanair a informarnos sobre el retraso. Casualidad que en ese momento iban a informar del mismo aduciendo "congestión aérea" y que en un momento darían información por megafonía. Nos llamó la atención que la congestión debía estar solamente en dirección Canarias pues todos los vuelos salían con normalidad menos el nuestro. A las 12:10, aproximadamente una hora más tarde del despegue previsto nos llamaron para embarcar alegando que el retraso se debía a una huelga de controladores aéreos en Tenerife. ¿No era congestión? Subimos al autobús, nos lleva al avión, nos acomodamos (como si eso fuera posible en el miniespacio que hay entre asientos) y... nada más. Casi media hora después, vemos que se acerca la escalerilla al avión de nuevo al mismo tiempo que el Capitán empieza a largar: Buenos días, les habla el comandante fulano. Queremos pedir disculpas por el retraso. Hay huelga de controladores en Tenerife y no nos dejaban aterrizar hasta 2 horas después de lo previsto. Se ha negociado y ya podríamos despegar (1:40 de retraso en este momento) pero hemos detectado un problema técnico en el avión y la compañía ha decidido que cambiemos de aparato. Ale, bajamos del avión, al autobús y a la sala de espera. Nos envían a otra puerta para embarcar y al final, con 3 horas de retraso, embarcamos rumbo a las islas afortunadas.
De la huelga de controladores nunca más se supo. Una vez en Tenerife nos encontramos con la sorpresa de que no había ni un solo coche de alquiler. La cuñada de mi hermano había llevado un coche al aeropuerto en el que nos fuimos una parte a la casa de su suegro. El resto lo tuvo que hacer en taxi. Después de algunas llamadas, coincidió en una compañía de alquiler que en el momento que comunicábamos con ellos estaban devolviendo un vehículo. La única condición era que lo recogiéramos en menos de una hora.
Al final, con la locomoción resuelta, nos quedamos en casa de los suegros de mi hermano y cenamos mejor que estupendamente.

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