25 de agosto de 2007

Encerrados fuera

Tras pasar el día en Hondarribia y anular unas visitas a Lesaka y Etxalar por la lluvia y la siesta de Vïctor, llegamos a la casa rural con un tiempo aceptable. Estuvimos jugando unas partidas a la oca y haciéndonos fotos unos a otros hasta que eché en falta a Víctor. Los hechos se precipitaron, oímos un portazo, digo: "a ver si va a echar el cerrojo" y se oye el cerrojo. Víctor dentro de la casa y todos los demás fuera. Al principio le pedíamos que abriera la puerta y se oía reir y trastear en la puerta y el cerrojo (uno de los ruidos pareció el de la llave al girar) pero no abría. Se iba al comedor y volvía al rato. Un cuarto de hora le duró la alegría. Cuando vio que no entrábamos se empezó a poner nervioso. Él no entendía que no pudiéramos entrar y tardó poco en empezar a llorar. Me veía desde el balcón. Mientras Marga intentaba contactar con el dueño de la casa rural o con algún familiar ya le habíamos echado el ojo a la ventana de uno de los baños como objetivo en caso de no encontrar a nadie. Al cabo de una eternidad (eso nos pareció), apareció con unos sobrinos del dueño que se colaron en una nave anexa a la casa y trajeron una escalera. No era suficientemente larga y echaron mano de un tractor para poner la escalera en él. Al final entraron y Víctor estaba sentado en el suelo del recibidor poniendo las zapatillas de sus primas alineadas. Imagino la sorpresa al ver llegar a un desconocido desde las habitaciones. Al final, llave y cerrojo echados.

No hay comentarios: