Hay días que amanecen con un color especial. En cuanto me levanto y lo veo aparecen las ganas de coger el coche e ir por ahí. Sin ninguna idea particular, comer fuera y poco más. A veces hemos aparecido en Puigcerdà, o en Andorra, Camprodón, Torà. Depende del día, del hambre y, sobre todo, de la hora en que salimos. El día de Torà acabamos en el Hostal Jaumet, comimos muy bien y nos pareció que sería buena idea volver algún día y disfrutar de esa piscinita.
Ayer fue ese día. No teníamos ningún plan para la verbena que nos alejara de los petardos así que lo ideé yo mismo. Llamé al Hostal, reservé habitación y luego le pregunté a Mons que qué le parecía la idea.
Llegamos sobre las 7 de la tarde y de cabeza a la piscina. Solos los 3. Estupendo. Después le dimos a Víctor un pequeño regalo de fin de curso y a cenar. Tranquilidad absoluta, cero petardos. Corría un aire fresquito que nos convenció para cambiarnos de mesa.
Por la noche no quisimos abrir la ventana de la habitación por si ese fresquito aumentaba y yo he pasado algo de calor. Nada grave.
Esta mañana hemos desayunado como campeones y, sin prisa, para casa.
Nos cuentan que hubo muchos petardos ayer. Bueno es saberlo.
El año que viene a otro destino... ¿alguna sugerencia?. El mini-álbum.